Francia |
El reinado de Felipe II Augusto (1180-1223) Por medio de su primer matrimonio, Felipe consiguió
nuevos territorios en el norte de Francia —Artois, Valois y Vermandois—.
También aseguró el control real sobre el Vexin, un área pequeña pero
vital en el río Sena, por constituir la frontera entre Normandía y la Île-de-France.
Felipe intervino brevemente en la tercera Cruzada (1190-1191). Su oportunidad para actuar contra el Imperio angevino
llegó cuando el rey Juan de Inglaterra se casó con una princesa ya
prometida a otro de los vasallos de Felipe. Éste convocó a Juan a su
corte tres veces y al no presentarse le condenó y declaró la pérdida de
sus territorios. En 1204, Felipe emprendió la conquista militar de
Normandía y Anjou. Diez años después, el monarca francés aseguró los
territorios conquistados al vencer a una coalición formada por el Sacro
Imperio Romano Germánico, Inglaterra y Flandes en la batalla de Bouvines. Los cátaros o albigenses, una secta religiosa
disidente particularmente fuerte en Provenza y en el Languedoc,
propiciaron la intervención del reino de Francia en el sur. El
pontificado de Inocencio III (1198-1216) alentó nuevas misiones de
apostolado hasta que en 1208 uno de sus representantes en la región,
Pedro de Castelnau, fue asesinado; esto hizo que Inocencio propugnara una
nueva Cruzada, que hasta entonces sólo se habían utilizado contra los
musulmanes, como una forma de combatir a los heréticos cátaros. Se les
prometió a los cruzados la posesión de los terrenos que arrebataran a
los herejes, y los caballeros del norte de Francia, bajo el mando del
conde Simón de Montfort, se apresuraron a participar en la misma. Felipe II
Augusto estaba también ocupado reuniendo a sus súbditos ingleses para
tomar parte en la primera fase de la Cruzada albigense, pero fue su hijo
Luis VIII el León quien dirigió una campaña exitosa que finalizó
con la expansión del dominio real hacia la costa mediterránea. Esta
integración política del sur en el reino de Francia representó la
destrucción de la cultura autóctona de Provenza y Languedoc y costó la
vida al propio rey Luis VIII, que murió en la Cruzada. |